En pintura, no todo se trata del color. Detrás de un acabado perfecto hay un paso que muchos pasan por alto, pero que puede marcar la diferencia entre un trabajo duradero y uno que empiece a fallar a los pocos meses: la imprimación.
Esa primera capa invisible es la que prepara la superficie para que la pintura se adhiera correctamente, garantizando uniformidad, resistencia y un resultado profesional.
¿Qué es exactamente una imprimación?
La imprimación (también conocida como selladora o fondo) es un producto que se aplica antes de la pintura final para mejorar la adherencia, sellar los poros y homogeneizar la absorción de la superficie.
Podría decirse que es el “pegamento invisible” entre el soporte y la pintura.
Existen imprimaciones específicas según el tipo de superficie y el trabajo que se va a realizar:
- Acrílicas o al agua, ideales para yeso, pladur o paredes interiores.
- Sintéticas o al disolvente, más resistentes, recomendadas para metal, madera o exteriores.
- Antioxidantes, que protegen el hierro y el acero frente al óxido.
- Selladoras, para evitar que la pared absorba demasiada pintura.
- Multiusos, para quienes buscan un producto versátil en pequeñas reparaciones.
Cuándo sí debes aplicar imprimación
Hay situaciones en las que no se puede prescindir de ella si se quiere garantizar un resultado profesional:
- Superficies nuevas o sin pintar:
El yeso, el cemento o la madera sin tratar absorben la pintura de manera irregular. La imprimación sella el poro y evita ese efecto “manchado”. - Cuando hay diferentes materiales en la misma pared:
Por ejemplo, zonas reparadas con masilla o parches. La imprimación unifica la absorción y evita que se note la diferencia tras pintar. - Al cambiar de color drásticamente:
Si pasas de un color oscuro a uno claro (o viceversa), la imprimación ayuda a cubrir mejor y reduce el número de manos necesarias. - En superficies con humedad, manchas o moho:
Una imprimación antimanchas o antimoho evitará que el problema reaparezca sobre la nueva pintura. - En madera o metal:
En madera, evita que resine o amarillee. En metal, previene la oxidación.
Cuándo puedes saltarte este paso
No siempre es necesario aplicar imprimación. En algunos casos, puedes omitirla si:
- La superficie ya está pintada y en buen estado, sin desconchados ni diferencias de color.
- Vas a usar una pintura con imprimación incorporada (2 en 1), pensada para pequeñas renovaciones.
- Se trata de retoques o repintados rápidos sobre una base bien adherida.
Eso sí, una limpieza previa es siempre obligatoria: eliminar polvo, grasa y restos de pintura vieja es el primer paso antes de cualquier aplicación.
Los errores más comunes
- Aplicar imprimación sobre una superficie aún húmeda.
- No respetar los tiempos de secado entre capa y capa.
- Usar un tipo de imprimación inadecuado para el soporte.
Un error en este paso puede comprometer todo el trabajo posterior, por eso conviene consultar siempre la ficha técnica del producto y seguir las recomendaciones del fabricante.
Conclusión
La imprimación es esa fase discreta que no se ve, pero que determina la durabilidad y calidad del acabado final. Saltársela puede parecer un ahorro de tiempo o producto, pero a la larga suele salir más caro.
En Siena Pinturas, trabajamos cada día junto a los profesionales del sector para ofrecerles los productos y asesoramiento que garanticen resultados perfectos, desde la primera capa hasta el último retoque.
Porque un buen trabajo empieza siempre desde la base.